El Ángel de la Paz y el monstruo que perdió el equilibrio


El Ángel de la Paz y el monstruo
que perdió el equilibrio
 


Por Guisella Vargas Ochoa
CEO de Conectados Global Media 

El círculo tóxico de exceso de estrés, comunicación negativa y violencia es como un monstruo de mil tentáculos que persigue al Ángel de la Paz en su afán por terminar matando a familias enteras y a sus descendientes, sin importarle si son niños o adultos, ricos o pobres. 

Así como ese monstruo daña hogares, también afecta empresas, instituciones públicas y privadas, colegios, institutos y universidades. El monstruo crece alimentado por un sistema de consumo abrumador, por la pobreza, la inconsistencia, por una forma de trabajo que no respeta horarios ni fines de semana, que se aprovecha de que la gente tiene celulares y laptops para sobrecargarlos con pocas horas de sueño y descanso que desencadenan en severos cuadros de estrés, que a su vez es fuente de diversas enfermedades.

Pero el monstruo también se manifiesta en el desempleo, el descuido, el abandono y la explotación. Crece en familias incomunicadas donde los padres apenas comparten tiempo con sus hijos sin darse cuenta que ese abandono también es una forma de violencia aunque crean que sus niños están bien por estar a cargo de cuidadores (tíos, abuelos, nanas, maestros u otros, que también viven estresados).
Igual de nocivo será si los dejan solos en manos de las "nanas cibernéticas" llamadas videojuego violentos y pornografía en línea que también los dañan emocionalmente y generando potenciales adicciones. 

Y el monstruo seguirá avanzando a paso firme disfrutando de la comunicación tóxica porque muchos adultos no quieren darse por aludidos y no saben que hasta la Organización Mundial de la Salud reconoce que las diferentes formas de violencia interpersonal trae como consecuencia cáncer, lesiones cerebrovasculares, discapacidad, depresión, ansiedad, adicciones, transtorno de estrés postraumático, hiperactividad, tendencias suicidas, abortos, trastornos ginecológicos y cardiovasculares, artritis, diabetes, problemas renales, entre otros.

Mientras tanto el monstruo se ríe a carcajadas cuando se entera que la violencia familiar y sexual han crecido en el Perú 40% en el último año y que 133,697 familias están quebrándose a un ritmo de 15 casos por hora, según datos del Ministerio de la Mujer. Y se ríe más cuando se entera que un promedio de 14 mil se divorcian por año y mucho más cuando el Ministerio de Educación informa que el bullying en los colegios ha crecido 70% de un año para otro.

“A mí nadie me para” dice el monstruo viendo cómo 25 de cada 100 adolescentes ya tiene intenciones suicidas, según reportes del Instituto Nacional de Salud Mental. Y con razón se burla al saber que el 89% de los colegios públicos no tiene un psicólogo y que el 100% no tiene un comunicador que ayude a diseñar e implementar estrategias de comunicación entre estudiantes, padres, educadores, cuidadores y vecinos. Mucho menos tienen sociólogos, antropólogos o neuroeducadores.

Es por estas y más razones que todos tenemos que involucrarnos en ser más conscientes y buscar el equilibro y la paz mental, procurando desde el Estado y la empresa erradicar la pobreza para que todos puedan tener hogares con recursos básicos indispensables más trabajo, salarios y educación decentes.   

Los expertos en Epigenética ya demostraron que el maltrato, el estrés crónico y la violencia son factores ambientales que dan lugar a cambios epigenéticos o transformaciones heredables en el ADN. Ellos han advertido que los descendientes de personas estresadas podrían ser más proclives a sufrir trastornos de ansiedad, depresión, adicción a drogas o trastorno de estrés postraumático o ser más violentos que sus ancestros tanto en la infancia como en las futuras generaciones.

Y esto por supuesto, puede dañar severamente nuestra economía en el futuro, porque al estar enfermas y desmotivadas las personas trabajan y producen menos. Y por supuesto, si esto lo trasladamos a las aulas, un niño desmotivado, estresado y violentado aprenderá poco o nada sin el soporte necesario para recuperarse. Esto es peligroso, porque cuando el cerebro deja de aprender su desarrollo se estanca y la sociedad también.

La buena noticia sin embargo, es que la Epigenética nos demuestra que si mejoramos el entorno de los chicos con afecto, presencia y buen trato, principalmente de la madre, su genética puede mejorar. Y por supuesto, erradicando la pobreza extrema. De allí la importancia de que padres, docentes, abuelos, cuidadores y la sociedad entera cuidemos a los niños y su entorno pues de ello dependerá que el monstruo del estrés y la violencia no destruya la existencia de las presentes y futuras generaciones de seres humanos, de nuestra familia. 

Por eso, el círculo tóxico estrés crónico-violencia nos debe hacer repensar si esta forma de sociedad que hemos creado es realmente la mejor para nuestros niños o si más bien, necesitamos darle todo el apoyo a las parejas y familias para mantenerse conectadas y asegurarnos una descendencia más sana y pacífica. Esto nos compete a Todos:Estado, Gobierno, Iglesias, Instituciones Educativas, Empresas, Medios, Colegios Profesionales, Universidades y a toda la ciudadanía en general nos toca velar por la Paz personal, familiar, escolar, laboral y social. 

La Medicina, la Psicología, la Neurociencia nos dan claras pruebas de que el cerebro es neuroplástico y que puede regenerar las partes dañadas por el monstruo del estrés crónico y la violencia. Podemos entonces  mejorar la conducta humana hacia la paz con prácticas diarias de Meditación y el Mindfulness o Atención Plena, que además reducen el estrés, regeneran materia gris y entrenan el cerebro para frenar la agresividad. Está científicamente probado. 

Entre otros beneficios, el Mindfulness permite desarrollar la consciencia y concentración de los humanos, razón por la cual con la ayuda de Programación Neurolingüística más una buena dosis de Oración –si somos personas de fe-- podremos orientar el pensamiento, las emociones, palabras y acciones hacia lo positivo, lo que en la práctica se manifiesta en una Comunicación Consciente Positiva, que es energía que une y transforma.

Menciono la Oración porque la Neuroteología ha demostrado que al igual que la meditación permite experimentar presión arterial más baja, ritmo cardíaco más bajo, ansiedad y depresión disminuida.

De esa manera, desarrollar en todo momento la Comunicación Consciente Positiva puede ayudar a conectarnos,  mejorar las relaciones humanas y nuestra salud mental, física y espiritual, basándonos en la práctica diaria de la Meditación, el Mindfulness, la Oración, sumando las diversas manifestaciones del Juego, el Arte y el Aprendizaje Socioemocional. Con este mix se puede orientar la conducta hacia la paz y la práctica de valores como el respeto, el amor y la unión, además de contribuir a una mejor herencia genética transformando a la humanidad en más pacífica, respetuosa, amorosa, sana y saludable. Y este mix lo podemos aplicar en hogares, escuelas, centro de trabajo, comunidades y en cualquier entorno social; solo es cuestión de decisión. 

Y es así como el monstruo se irá desenredando de sus mil tentáculos hasta recuperar por fin el equilibrio mental para poder vivir  tranquilo y convertirse en un Ángel de la Paz que con sus bendiciones pueda alegrar al mundo entero, manteniendo a salvo y protegidas a nuestras familias, hijos y descendientes. Que así sea.

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